Nunca
se erradicó una enfermedad sin vacuna o sin cura”, repite el fundador y
director científico de la Fundación Huésped, Pedro Cahn, quien trabaja en
VIH-sida desde que el virus fue identificado, hace más de 35 años. Desde entonces,
la comunidad científica mundial invierte esfuerzos para que esas dos
alternativas se conviertan en realidad. Y si bien los avances en la terapia antirretroviral
cambiaron radicalmente la historia de las personas que viven con el virus -al
punto que puede permanecer indetectable e intransmisible en quienes están bajo tratamiento-,
el hallazgo de una cura todavía parece lejano. Ahora, lo que despierta mayores
expectativas es una vacuna preventiva que entra en fase final de investigación
y cuya eficacia comenzará a probarse en 3.800 voluntarios de 8 países,
incluidos 500 de Argentina.
El
reclutamiento de hombres que tienen sexo con hombres y personas transgénero de
18 a 60 años con alto riesgo de contraer VIH está punto de empezar en los
cuatro centros de investigación locales, tres de la Ciudad de Buenos Aires
(Fundación Huésped, Helios Salud y el Hospital Ramos Mejía) y uno de Rosario
(CAICI), y en otros 53 distribuidos en Estados Unidos, Brasil, Italia, México,
Perú, Polonia y España.
Impulsado
por la Red de Estudios de Vacunas para el VIH (HVTN, por sus siglas en inglés)
de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH) y la compañía farmacéutica
Janssen, entre otras instituciones que conforman una alianza público-privada, el
ensayo clínico denominado Mosaico es el primero que se realiza en el país de
una vacuna preventiva para el VIH.
A
diferencia de otras que se probaron en el pasado sin grandes éxitos, las
esperanzas depositadas en esta se basan en características vinculadas a su
potencial eficacia global y a los resultados obtenidos en fases previas de
investigación.
Luis
Pliego, director de Asuntos Científicos de Janssen en Argentina, señaló que los
cuatro centros fueron autorizados por la ANMAT para realizar el estudio, que la
vacuna ya está en el país y que la búsqueda de voluntarios se iniciará en el
transcurso del primer trimestre. “El tiempo de enrolamiento estimado es de 6
meses. Después viene el período de aplicación de la vacuna, que son
cuatro dosis en el transcurso de un año”.
El reporte
final del ensayo clínico se espera para 2023. Su importancia radica en que si
los resultados son positivos, allanarían el camino al registro de la vacuna. En
tanto, para 2021se estima que estarán disponibles los de otro estudio de fase
2B (Imbokodo), que se lleva adelante en 2.600 mujeres de 5 países del sur de África.
Cómo será el estudio. A cada voluntario se le ofrecerá un
paquete ampliado de prevención del VIH. Los participantes
se dividirán aleatoriamente en dos grupos: unos recibirán la vacuna y otros
placebos (una sustancia inerte a nivel farmacológico).
“Aquellos que resulten vacunados, si la vacuna es exitosa, van a
generar anticuerpos contra el virus”, explica Cahn.
Eso, obviamente, no implica contraer la infección. Es que la vacuna no
contiene el virus ni vivo, ni muerto o atenuado. La estructura del mosaico está
basada en la combinación de varias proteínas del VIH que se agregan a un
vector viral (el adenovirus 26, del resfrío común).
El
esquema de vacunación consta de dos etapas. “En la primera (las dosis 1 y 2)
subgeneran anticuerpos contra tres lugares claves del virus: la envoltura, la
membrana y el citoplasma. En la segunda (dosis 3 y 4) se le agrega el clado de
una glicoproteína 140 que permite actuar sobre los diferentes serotipos, y es
gracias a lo que vemos una efectividad superior al 90%”, señala Pliego.
“Es
una vacuna potencialmente útil contra diferentes subtipos del virus, por lo que
si funciona podría usarse en diferentes regiones del mundo. No es lo mismo el
virus que circula en Argentina o en Brasil, que el que en general circula en
otras partes del mundo.
Antes se han testeado algunas que podían servir en el sudeste asiático
y no en nuestra región. Esta podría incluir a todos los subtipos y eso es algo
que genera mucho interés”, dice Marcelo Losso, jefe
del Servicio de Inmunocomprometidos de la Clínica de Salud Sexual
(Clinsex) del Hospital Ramos Mejía, la única institución pública del país que
participará de la investigación.
A eso se le suma que en ensayos preliminares -en animales y luego en
voluntarios humanos- ha tenido una “muy buena tolerancia y una buena tasa de
respuesta”, dice Cahn. “Lo que pasa es que el número
de personas que fueron expuestas hasta el momento es bajo. Ahora se hace este
estudio de fase 3 que tiene miles de participantes en distintas partes del
mundo y habrá que comprobar que tenga la efectividad que supuestamente tiene”,
agrega. Se estima que en Argentina 139.000 personas viven con VIH. De
acuerdo al último Boletín sobre VIH, Sida e ITS, se notifican en el país
unos 5.800 nuevos casos de VIH por año, número que se mantiene
relativamente constante. El 98% se infectó al mantener relaciones
sexuales sin protección.
En el
Clinsex desde hace algunos meses empezaron a entrevistar a personas que consultan
con frecuencia en el servicio para ver si les interesaría ser parte del
estudio.
“Entre las prestaciones que ofrecemos (consejería, testeos,
preservativos), brindamos la posibilidad de participar en investigación clínica.
Es una decisión muy personal, por eso conviene contar con mucho tiempo para el
proceso de consentimiento”, sostiene
Losso.
Los
interesados también pueden comunicarse a través de WhatsApp al 15 5750-0478 (no
responden llamadas) o del sitio web del Clinsex. En Fundación Huésped reciben
consultas en investigaciones.clinicas@huesped.org.ar y en Helios en
Es
necesario que los voluntarios estén dispuestos a que se les realicen controles
médicos y a recibir asesoramiento y análisis de detección del VIH de manera
regular. El estudio dura 3 años y proporciona la provisión de las vacunas, la
atención clínica en los diferentes centros, todos los estudios de laboratorio,
los viáticos para transporte y el desayuno en los días de consulta y/o
laboratorio.