Hace unos años Andres Calamaro compuso… “Soy el remedio sin
receta y tu amor mi enfermedad” y lo que era una figura poética tiene hoy otras
resonancias. El COVID 19 se expande por el mundo y si bien no es excusa para
volverse paranoico, hay detalles a tener en cuenta cuando se trata de ponerse cachondo.
Besarse, tocarse y todos los etcéteras son claros facilitadores
del contagio. ¿Y entonces qué? ¿Se acabó la vida sexual? De ninguna manera.
Hay, sí, que prestar atención a un par de recomendaciones. Las personas
acostumbradas a acostarse con cualquier cosa que se mueve deberán tener más
cuidado.
Está bien sucumbir a los placeres, aunque es importante avisarles
a los demás si nos sentimos mal. Al menor síntoma, cuidar al otro y guardarse.
Sabiduría oriental. Pero la cuarentena también puede ser un
catalizador de la fornicación.
Según informa la revista Wired, los habitantes de las ciudades
chinas más perjudicadas por la pandemia están compartiendo fotos de tiendas
donde se agotaron los preservativos. Tras semanas de encierro, muchos
ciudadanos de la República Popular se cansaron de ver series de Netflix y
fueron a los bifes.
Las redes estornudan. En el universo virtual las consecuencias
son igualmente notorias.
Usuarios de las redes “para conocer pareja” reportan que las
empresas hacen lo posible para capear la tormenta. Por eso Tinder está
mostrando mensajes donde asegura que aunque “quiere que te sigas divirtiendo”
es preciso que “recuerdes utilizar desinfectante para las manos”.
OkCupid, otra plataforma de contactos, añadió el ítem “¿afecta el coronavirus
tus citas?” a los perfiles. Ocurre que algunos no quieren saber nada con personas
“de riesgo”.
El único sector que parece no haber tomado nota de los nuevos
tiempos es el de la gente que de todos modos no se acostaba con nadie incluso
antes de la pandemia. A ellos les queda el placer morboso de sentarse a ver cómo
los demás se las ingenian para amar sin apestarse en el intento.
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