Cal Strode trabaja muy duro para conseguir actuar como un
catalizador del cambio social. Está enfocado en las desigualdades,
especialmente las que sufre el colectivo LGTB. Su tesis realizada fue
presentada en el Congreso Europeo de Bruselas y en ella ha llegado a la
conclusión de que los hombres gays sin pluma (o sin identidad de género marcada)
tienen altas probabilidades de ser homófobos. El estudio se ha llevado a cabo
entre doscientos ochenta gais de Reino Unido. En él se concluye que aquellos
gays sin pluma tienden a renegar de aquellos que sí la tienen. Es decir,
sienten prejuicios ante los homosexuales que se comportan de una forma
femenina. Estos hombres, suelen ser muy masculinos y además declaran que no se
sienten identificados con los hombres gays femeninos, de hecho, los rechazan y
expresan su rechazo sin ningún tipo de complejo.
Según confirma Cal esta actitud se debe a que son gays que no
han sufrido homofobia en su infancia o adolescencia. Por eso ellos mismos se
auto denominan gays sin pluma y llegan a utilizar expresiones como «Soy un
hombre de verdad y sólo quiero conocer a hombres de verdad», como si aquellos
hombres gays femeninos dejasen de ser hombres… ¡Increíble pero sí! ¡Hay hombres
gays que piensan que aquellos gays con pluma no son hombres de verdad!.
La parte positiva de ser un hombre gay sin pluma, es el
beneficio psicológico ya que estas personas no han sufrido la discriminación de
una sociedad educada en el ámbito patriarcal. La parte negativa deriva en la
homofobia que trasmiten hacia los hombres que tienen pluma. Casi el 40% de
estos hombres afirman que los gays con pluma dan mala imagen a los que no la
tienen. Este pensamiento aumenta por ejemplo, cuando se llevan actividades
reivindicativas por los derechos sociales de la comunidad LGTB como por
ejemplo, la Semana del Orgullo Gay.
Estos hombres opinan que no les representan los gays que
aparecen en las carrozas o que se disfrazan de colores llamativos. Califican
sus maneras de «exageradas» y no se sienten identificados con ellos.
Con esta actitud confunden y recortan la libertad de los gays
con pluma que quieren vivir su sexualidad plenamente. Sin duda, al final, después
de este tipo de actitudes, podemos encontrar la sombra del machismo, muy dada
en los hombres heterosexuales conservadores y tóxicos. Con esta actitud
fomentan las desigualdades y la discriminación social hacia la comunidad LGBT,
algo sin duda paradójico. Porque no hay nada más bonito que vivir y respetar la
forma de canalizar la sexualidad de cada uno.
Debemos recalcar por todos los medios que ¡La feminidad no es
mala! ¡Y mucho menos da mala imagen! Simplemente es otro tipo más de
personalidad y expresión tan válida como el resto. ¡Los hombres con pluma son
atractivos, maravillosos y además importantísimos!.
De hecho, gracias a la pluma de aquellos gays que se
reivindican, los hombres «de verdad» (nótese la ironía) hoy pueden gozar de
derechos sociales que antes no existían. El estudio desarrollado por Strode
también recalca que aquellos gays más masculinos se identifican con los ideales
de los hombres heterosexuales y el heteropatriarcado. Además, son muy inactivos
a nivel de reivindicación y no luchan por la causa homosexual.
No se preocupan por algo tan importante como la lucha contra la
homofobia o la integración social de los colectivos en riesgo de exclusión.
Al no haber sufrido discriminación, no saben lo que pueden
llegar a sentir las personas que sí han pasado por ello.
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